viernes, 19 de octubre de 2007

EVA, LA DAMA DE HIERRO

EVA KLAUBER, INMIGRANTE EUROPEA

INTRAVISTADA EN 2006

Nació en Alemania, en el seño de una familia de origen judío, que debió huir de su país antes de que los atrapara el régimen Nazi. Vivió en España unos años, pero cuando se desató la Guerra Civil escapó a Holanda. Como quería “conocer el mundo”, vino a la Argentina, donde encontró el amor y se quedará por siempre.

En un hogar para abuelos de origen europeo ubicado en Carapachay, provincia de Buenos Aires, vive Eva Klauber. A simple vista, queda al descubierto su origen nórdico, por la blancura de sus cabellos y la palidez de su piel. Esta señora que en un mes sumará 82 años a su vida, deslumbra por su lucidez y jovialidad. Desde chica su existencia estuvo marcada por la Segunda Guerra Mundial, la persecución racial por su origen judío, la Guerra Civil Española, la fragmentación de su familia debido a las innumerables huidas y sus ganas de conocer el mundo.

-Cuénteme de su infancia Eva. ¿Usted dónde nació?

-Mi vida ha sido movida porque yo nací en Alemania, en Berlín, nada menos. Con mi familia tuvimos que huir de los Nazis cuando yo era chiquita porque mi padre era de origen judío. Aunque no era religioso, debimos escapar porque para Hitler valía el origen.

-¿Cómo fue esa experiencia de dejar todo y escapar?

-No fue fácil Mi papá era ingeniero y tenía su fábrica, pero dijo “nos vamos”. Hizo bien, porque nos ahorramos mucho dolor de cabeza y mucha tristeza también.

- ¿Y dónde fueron?

- Yo tenía nueve años cuando huimos a Cataluña, España, a un lugar de la Costa Brava donde ahora está lleno de turistas. Es la continuación de la Costa Azul de Francia, ¡Un sitio hermoso!. Nos mudamos con los muebles, que era lo único que pudieron llevar mis padres, porque a pesar de que éramos una familia adinerada, los nazis no dejaban llevar nada de dinero.

- Fue un “volver a empezar”.¿Cómo salieron adelante?

-Vivíamos en un pequeño puerto, donde había mucha industria corchera. Mi padre llevó a su mejor amigo, que era ingeniero y con dos familias parientas que se unieron trataron de armar una nueva empresa, pero no fue fácil. Además, nos agarró la Guerra Civil. Era la guerra de Franco, el revolucionario, contra el Gobierno legal.

-Entonces, de nuevo, su padre tomó la decisión de huir a un lugar seguro…

-Sí, nos trasladamos a Holanda. Mi mamá tenía una hermana mayor que residía allí y le dijo “venite con los chicos”. Así que mi papá hizo el sacrificio y se quedó en España para que no nos robaran lo último que teníamos.

Eva se pone melancólica. Sus pequeños ojos celestes se llenan de lágrimas, que no derrama porque sufre de una enfermedad ocular. Es evidente que el recuerdo de su padre la entristece.

-Todavía veo a mi padre pobrecito, parado delante de mí. Se quedó en la estación y tosía mientras nosotros nos alejábamos. Lo veo de lejos, desde el tren. Y no lo vi más porque murió, justo seis semanas antes que los alemanes invadieran Holanda y arrasaran con todo.

-Cuénteme de su vida en Holanda…

-Allí me crié la mayor parte de mis estudios, vivía en una ciudad en los alrededores de Ámsterdam. Yo soy ciudadana holandesa, es mi patria, ya que Alemania no sirvió de ninguna forma para mí como recuerdo. Dicen que hay que perdonar pero no olvidar.

-Me imagino que se refiere a los horrores que cometió el Nazismo…

-Sí, a nosotros nos pasaron muchas cosas, parte de la familia de mi padre fue a los campos de concentración porque eran de origen judío. Toda la generación joven nos fuimos al exterior. Los mayores de aquella época eligieron quedarse para no ser una carga de sus hijos, que comenzaban la vida en otro país. Sin embargo, nadie se imaginó lo que iba a pasar con los campos de exterminio donde murieron 6 millones de personas.

Se nota que “tuvo una vida movida” y que hay mucho para contar. En su habitación del hogar, en donde duerme sola por elección, hay muchas fotografías, que luego Eva se encargará de mostrarlas y contar acerca de cada una de ellas. Entre pregunta y pregunta interrumpe el relato para hablar acerca de su facilidad para los idiomas y se jacta de hablar español, alemán, francés e inglés “a la perfección”.

-¿Cuáles fueron las circunstancias que la trajeron a Argentina?

-Yo era secretaria ejecutiva de una firma holandesa que tenía varias sucursales por el mundo. Después de la guerra le confesé a mi jefe que me gustaría conocer otros lugares y me dijo que el director de la empresa en la Argentina había pedido una secretaria que hablara alemán y español.

- ¡Y usted era perfecta para el puesto!

-Sí, aunque primero dijeron que yo no podía viajar sola porque, en ese entonces, existían todavía las leyes de traficantes de blancas. Una chica blanca no podía viajar sola, sino que tenía que esperar a que viajara un técnico para que la acompañara. Sin embargo, después me dejaron ir sola, aunque bajo el cuidado del capitán del barco.

-Cuénteme acerca de su viaje a la Argentina. ¿Cómo fue la jornada en barco?

-Viajé en un barco carguero porque fue mi elección. Tardé cinco semanas, pero yo quería ver algo del mundo y si iba a en avión estaba de un día para otro. En barco fue mucho mas lindo porque hicimos escala en varios puertos.

Eva sonríe como si se estuviera acordando de alguna picardía. No tarda en confesar el motivo de esa expresión.

-Me acuerdo que hicimos escala en las Islas Canarias, y yo le pedí al capitán si me podía conseguir un racimo de bananas así cada uno podía cortar y comer lo que quería. Son todos lindos recuerdos…

-¿Cómo fue su primer tiempo trabajando y viviendo aquí?

-Cuando llegué a Argentina tenia 24 años. Mi jefe resultó ser un hombre muy pituco, que después lo fueron de la empresa porque era un playboy. Desde el momento que me fui de Holanda nunca más pedí dinero a nadie. Me mantuve sola y también a mi madre cuando se vino a vivir conmigo.

-¿Dónde se alojó?

- Caí muy bien en la Argentina, vine recomendada. Tenía un pariente de parientes que vivía acá, un señor muy pudiente. Primero estuve tres meses con una familia austríaca, un matrimonio sin hijos que quería que yo comiera con ellos porque se llevaban mal, entonces necesitaban alguien como mediador (risas). Y después me fui a vivir a una casa de familia con media pensión donde me hacia el té a la europea, con sándwiches, a mi manera. Hasta el día de hoy nos seguimos viendo, porque soy muy charleta y tengo facilidad para hacerme amigos. El único hijo de ellos nació cuando yo vivía ahí, así que todavía mantenemos la amistad desde aquel tiempo.

Hay una foto de un hombre en su repisa cuyo rostro se repite en otras fotografías. Eva cuenta que es su marido, George, quien era oriundo de Checoslovaquia. Se conocieron en Argentina, ya que ambos trabajaban para la misma empresa.

-George era experto en molinos, y en la empresa trabajaban con productos para mejorar la harina. Él junto con el jefe que mandaron de Holanda fueron los que fundaron la sucursal en Argentina. También, con un ingeniero y con Bunge y Born trabajaron con un producto, cuyo nombre es para romperse la lengua, que era para la agricultura

-¿Se pusieron de novios al poco tiempo de conocerse?

-Mi marido se enamoró de mí desde el primer día. Tenía un matrimonio muy infeliz porque su mujer le era infiel y lo engañaba por todos lados, y yo era exactamente lo contrario de su mujer. Su ex mujer tenía unos años más que yo, pero era muy guapa, así que me siento honrada de que mi marido me haya elegido a mí.

-¿ Y cómo era usted?

-Yo era una chica europea sin experiencia de hombres, y aunque parecía chiquilina, de tonta no tenía nada. Además, soy más que fiel y eso fue lo que le atrajo a él de mí.

Hablar sobre su marido hace que Eva relate una catarata de experiencias, como que tenían una casa en Tigre, el fanatismo de George por las lanchas (hasta que se accidentó y ella le prohibió el deporte para siempre), la bondad de su marido, que lo hacía muy vulnerable para los negocios y miles de anécdotas más que convierten su vida en una historia apasionante.

-¿Nunca pensaron en la posibilidad de tener hijos?

-Eso de esperar 15 años los papeles del divorcio de mi marido para casarme, me costó los hijos. Ya después tenía 40 años, y en aquella época a esa edad no se tenía hijos. Además, mi marido empezó a tener serios problemas de salud.

Hace un año que Eva vive en el hogar. Desde la muerte de su marido comenzó a buscar un sitio donde se sintiera cómoda para vivir y donde respetaran sus costumbres europeas. Se nota que es una mujer feliz, quien vivió su vida con mucha intensidad. Hoy, disfruta visitando las ferias que se realizan en el Club Húngaro de Vicente López, saca fotografías con una cámara que adquirió en un viaje a Estados Unidos y viaja en tren a Capital Federal cada vez que siente ganas de pasear.

CRONOLOGÍA DE UNA VIDA AGITADA

-En 1924 nace Eva Klauber en Berlín Alemania, en una familia de origen judío. Es la única mujer, entre dos hermanos.

-A los nueve años, huyen del Nazismo y se instalan en Cataluña, España. Allí aprende a hablar Español.

-Dos años después se desata la Guerra Civil en España, por lo que Eva escapa junto su madre y hermanos a Ámsterdam, Holanda. Su padre se ve obligado a quedarse para cuidar sus bienes, pero muere seis meses después y nunca volvió a reunirse con su familia.

-Eva se gradúa en Holanda y comienza a trabajar como secretaria ejecutiva en una firma con sedes en el exterior. Como tenía ganas de conocer el mundo pide el traslado.

-En 1948, tras cinco semanas en barco, Eva arriba a la Argentina. Vive por un tiempo en la casa de un matrimonio y luego se instala en otra casa donde todavía permanece amiga de los dueños.

-Viene su madre desde Holanda para instalarse junto a Eva en Capital Federal. Al mismo tiempo, la joven rompe su contrato con la empresa holandesa y se convierte en secretaria privada de un pariente suyo que también reside en este país.

-Conoce a su marido George, un ingeniero que trabajaba con ella en la firma. Él era un hombre casado, con un mal matrimonio. Cuando se separa, esperan quince años para casarse, ya que George no recibía los papeles de su divorcio.

-Su madre viaja a Alemania a visitar a su hijo mayor, pero fallece allí a causa de una neumonía. Eva se traslada a Europa para el funeral.

-Su marido se enferma del corazón, por lo que Eva se hace cargo del trabajo de George. Unos años después, él muere.

-En el 2005 Eva se muda al Hogar para ancianos europeos en Carapachay, que le recomendó la sociedad holandesa. Allí vive feliz y hace planes de viajar este año a Estados Unidos para visitar a su hermano menor.

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