jueves, 18 de octubre de 2007

ESCAPAR PARA SOBREVIVIR -la experiencia migratoria de un judío polaco-

INTRAVISTADO EN 2006

José Drutman es judío polaco y llegó a Argentina en 1950, a los 35 años. Se escapó a la Unión Soviética cuando comenzó al Segunda Guerra Mundial. En 1945 fue movilizado al ejército polaco y al terminar la guerra fue a Italia por tres años. Un tío lo convenció de ir a Argentina, a donde entró ilegalmente desde paraguay.

Cuando nació, en 1915 en Polonia, jamás imaginó que estaría hoy en Argentina contando los vaivenes de su historia. En su casa, sobre una mesa con un mantel verde, como las de los casinos, Jose Drutman, con sus 91 años, relata orgulloso el largo camino que lo condujo hasta Buenos Aires. Los anteojos oscuros que tiene puestos no permiten ver si sus ojos se llenan de lágrimas o si parpadea, pero hay momentos en que su voz quebrada revela su emoción.
Nació el 27 de abril de 1915 en Varsovia, capital de Polonia. “Vivíamos en un departamento de clase media, no era nada lujoso”, describe José y explica que, en ese entonces, en la ciudad vivían muchos judíos, de todas las clases sociales, pero en su mayoría no tenían industrias importantes, casi todos eran sastres, zapateros o hacían carteras. Había muchos templos y los miembros de la colectividad se reconocían por la vestimenta ya que eran religiosos, llevaban sombreros y el pelo y la barba largos. “Casi todos vivían por la zona norte de Varsovia, era como es el barrio de Once acá”, comenta para acercar aquella época a la actual.
-¿Cómo estaba compuesta su familia?
-Éramos mis padres, tres hermanos y dos hermanas. Yo comencé a trabajar a los 15 años como metalúrgico, cuando termine el colegio primario, porque había que aportar a la casa ya que no alcanzaba el dinero. Mi padre trabajaba muy poco y mi mamá no porque éramos 5 hermanos y nos tenía que cuidar. En general, sólo las mujeres sin hijos trabajaban, eran modistas de talleres, hacían de tejido de punto, esas cosas y las más jóvenes eran niñeras o trabajaban en algún negocio.
José agrega que estudiaba Biblia y tradición, iba semanalmente al shil (templo) y festejaba todas las fiestas religiosas. “Ahora solo respeto las fiestas más importantes, Iom Kipur (el día del perdón) y Rosh Ha Shana (año nuevo)”, se lamenta José, a quien pertenecer al pueblo judío lo marcó de por vida.
-¿Por qué decidió irse de Polonia?
-Todo empezó cuando en 1939 comenzó la Segunda Guerra Mundial. En realidad, mi hermana ya había emigrado a París en el 37, tenía allá a su esposo y ya se sentía el antisemitismo tanto dentro como fuera de Polonia. Como mi hermana intuía que se venían tiempos difíciles, nos dijo a mí y a mis hermanos que nos escapáramos. En París había una exposición mundial y permitían ir a turistas, pero al término, tenían que volver a sus países. Mi hermana consiguió, con ayuda de un amigo, que mi hermano se fuera a Londres, donde estuvo cinco años en el ejército ingles.
José también se escapó, pero a Rusia. Con las imágenes de los hechos presentes en su cabeza como si hubieran ocurrido ayer, describe paso a paso como fue su viaje por el mundo. “Fue un día a las 6 de la mañana, después de que me detuvieron, me hicieron trabajar forzadamente y me pegaron, aproveché que estaba cerca de la frontera con Rusia y pasé con cuatro compañeros. Todos los jóvenes que podían se escapaban”, explica. “Fuimos a un pueblo a un kilómetro de la frontera y allá nos detuvieron los ferroviarios alemanes. Nos dejaron hasta la madrugada sin comer, nos pegaron de una manera terrible, por cualquier cosa, y nos hicieron trabajar”, relata José… pero de pronto se frena. Luego de unos instantes de silencio, levanta la cabeza, como anunciando que lo que iba contar era importante, y continúa con su historia: “Estábamos en el medio del bosque, era todo oscuro y hacía frío. De pronto uno de ellos sacó una pistola empezó a disparar hacia el cielo. Dijo que si en 5 minutos no so íbamos, nos mataba a todos. Tenía miedo, no sabía que hacer”, reconoce.
-¿A dónde fueron luego?
-A una zona neutral, pero no era fácil entrar, había gente que estaba esperando hacía días. Después de un tiempo, no se cuánto, un comandante ruso abrió el portón y nos dejo pasar. Ahí empezamos la lucha; en la primera ciudad a la que fuimos no teníamos donde dormir ni que comer, estábamos en la calle y a veces nos daban algo de sopa. Un día salieron avisos para anotarse en unas listas para ir a trabajar a Bielorrusia. Hicimos cola toda la noche, imagínese que toda la gente quería anotarse. Me anoté y fui para allá, había poco trabajo, era un pueblo chico. De ahí, fui a Minsk, que era la capital, donde trabajé en una fábrica de carteras y valijas. Pero cuando estalló la guerra me tuve que ir, porque al estar cerca de la frontera podían bombardear fácilmente.
-¿A dónde se escapó esta vez?
-Me tomé un tren que estaba lleno de gente, y fui hasta otra ciudad más lejana, donde había personas escapando de todas partes. Y ahí de nuevo las listas para ir a trabajar a Liberia o a Uzbekistán. Yo elegí Uzbekistán, pero no pude quedarme en la ciudad principal, estaba prohibido y si veían tu pasaporte, que era distinto al de los nativos, no te daban trabajo, porque creían que eras un espía. Durante ese tiempo me enfermé y estuve internado un tiempo. Había una epidemia a causa de la suciedad y las malas condiciones en se vivía, los hospitales e iglesias estaban llenos de enfermos que morían unos tras otros, a la par de la guerra. Cuando me curé, en los primeros meses del 45, me movilizaron a Polonia a formar parte del ejército polaco. Nos llevaron, junto con otros soldados y sargentos, al crematorio de Maidanek, en Polonia. Ahí habían matado a un montón de gente en las cámaras de gas, fue muy duro.
Cuando terminó la guerra, lo liberaron del ejército y se escapó una vez más, ahora hacia Italia, donde se casó y pasó tres años. Pero la situación ahí también era difícil, vivía en hoteles y no tenía trabajo. “Los italianos nos recibieron muy bien, nos regalaban frutas; pero nosotros no queríamos depender de la ayuda de los demás”, explica José.
-¿Por qué decidieron venir a Argentina?
-Un tío de mi señora, que estaba en Argentina, nos mandó a llamar, pero tuvimos que cruzar en barco hasta Río de Janeiro. De ahí fuimos a Paraguay, donde estuvimos 3 meses y cuando quisimos entrar a Argentina, nos detuvieron en Posadas por cuatro meses. Finalmente ingresamos al país en unas lanchas, tardamos como ocho horas, había gente que esperaba a los inmigrantes y les cobrara para cruzarlos.
-¿Que pertenencias llevaba consigo de lugar en lugar?
-Sólo lo que tenía encima, había que empezar siempre de cero, sin nada.
Cuando llegó a Argentina, le gustó el país. “Argentina no tenía la culpa de lo que me había tocado vivir”, reflexiona. Se instaló con su tío, empezó a conocer gente y aprendió el idioma fácilmente, ya que dice tener “muy buena memoria”. Después de nueve meses, fue con su esposa e hijos a un departamento cerca del negocio de metales de su tío, donde trabajaba. “La primera casa que alquilamos era una tragedia y logramos pagarla porque teníamos pensionados. Después de un tiempo, me encontré con un amigo que había conocido en Río de Janeiro y empezamos a exportar lana a Brasil, así logré alquilar mi primer coche”, cuenta orgulloso.
-¿Cree que era más fácil progresar antes que ahora?
-Si, ahora es todo mucho más difícil. Aunque en esa época yo tuve que hacer todo ilegalmente, porque no pude regularizar la documentación apenas entré, ya que te solicitaban los datos del barco en el que habías ingresado al país, y yo había entrado en negro.
Así luchó toda su vida hasta que se jubiló, dos años después de que su mujer enfermara. “Yo quería estar con ella, y estaba solo con el negocio, así que me jubilé. Ella estuvo enferma 20 años y falleció en el 88”, cuenta con los ojos llenos de lágrimas y agradece por la entrevista ya que le “encanta contar lo que vivió”.

LAS PARADAS DEL CAMINO

-José Drutman nació en Varsovia, Polonia en 1915. Tenía dos hermanas y dos hermanos y trabajaba de metalúrgico para ayudar en su hogar
-Se escapó a la Unión Soviética en 1939, cuando comenzó la segunda Guerra Mundial
-Viajó a Bielorrusia a trabajar en Minsk en una fábrica de carteras y valijas
-Se escapó hacia otra ciudad
-Se anotó para viajar a trabajar a Uzbekistán
-Se enfermó y estuvo internado durante varias semanas
-En los primeros meses del 45, fue movilizado para formar parte del Ejército polaco. Lo mandaron al campo de exterminio de Maidanek
-Cuando terminó al guerra, en 1945, lo liberaron de ejército y escapó a Italia
-Se casó
-Cruzó el océano hasta Río de Janeiro
-Estuvo en Paraguay unos meses
-Lo detuvieron en Posadas, cuando intentaba ingresar a Argentina
-En 1950, por fin pudo entrar ilegalmente al país, en una lancha

No hay comentarios: