lunes, 26 de noviembre de 2007

"MI AMBICIÓN ES QUE BUENOS AIRES RECUPERE EL PLACER DE LA CALLE"

Luis Grossman es uno de los pioneros del periodismo relacionado a la arquitectura en Argentina. Un viaje a Brasil lo hizo tomar conciencia de la importancia que se le daba al diseño y al urbanismo en los medios extranjeros. Fue el autor intelectual del suplemento “Arquitextos” de La Nación y asegura que “la calle debe ser revalorizada para que la ciudad no muera".
INTRAVISTADO EN 2007



¿Cómo lograste fusionar al periodismo con la arquitectura?
Fue un hecho completamente casual. Me llamaron de un diario para publicar algunas obras del estudio que compartía con mi hermano y como en ese momento acabábamos de terminar cuatro casas muy distintas entre sí, escribí una nota a la que le puse de nombre ‘Cuatro casas, cuatro casos’ y gustó mucho. Después me pidieron una nota sobre una exposición de Bauhaus, un movimiento artístico alemán, en el museo de Bellas Artes y, finalmente, me propusieron escribir con mayor continuidad.
Un silencio sirve como detonante para los recuerdos del arquitecto, quien parece haberse trasladado al verano de 1956 en el que como estudiante recién recibido, llegó a Brasil y fue entrevistado por un periodista de un importante diario local que luego publicó una página entera sobre los egresados de la Universidad de Buenos Aires. Con entusiasmo, narra:
Me llamó tanto la atención el despliegue de la entrevista que cuando volví lo comenté con la gente de la Sociedad Central de arquitectos y propuse hacer una pagina semanal dedicada a la arquitectura.
Explica que no fue fácil lograr el objetivo pero que, con el tiempo, comenzaron a salir páginas relacionadas al diseño en los diarios La Nación y La Prensa .

¿Cuando surge el suplemento Arquitextos?
Yo estoy en el diario hace 30 años, debe hacer hace 17. Cuando lo propuse gustó mucho. Yo había registrado el nombre “Arquitextos” en el registro de la propiedad intelectual para un posible libro o revista y finalmente lo utilicé para el suplemento que luego se convirtió en un libro. El diario La Nación y la editorial Infinito publicaron una recopilación de mis mejores artículos en el 2003.
Grossman admite que el camino periodístico no fue sencillo y ejemplifica:
Cuando uno manda un articulo a un diario como La Nación que tiene una tendencia a la síntesis por su carencia de espacio, es muy probable que te llamen y te digan que le saques líneas o caracteres y eso a mí antes me costaba un montón y sufría como un loco. Ahora me dicen que saque 15 líneas y las saco en dos minutos.
Agrega que la maduración periodística consiste en saber descubrir qué es lo sustancial e identificar aquellas frases que se pueden sacar sin que se resienta el núcleo del texto.

¿A qué se debe el toque personal y anecdótico en sus notas?
Prefiero hablar de algo que conozco, que viví, que de algo que no. Yo, por ejemplo, no tengo mucho afecto a internet o la enciclopedia Encarta o a ese tipo de fuentes de información que los jóvenes les encanta. Escribo sobre lo que veo, me parece más fácil que hacerlo sobre cosas que me contaron o que busqué en la web.
Grossman asevera que como trabajar de arquitecto le lleva mucho tiempo, se dedica a reflexionar y a recolectar esos detalles color que se plasman en sus notas, los fines de semana y aclara:
Cuando vos asumís determinada profesión y una manera de ver tu entorno, descubrís instantáneamente temas para los artículos. Los temas pueden surgir de escuchar una conversación vecina en un café o de charlar con un taxista. Se hacen claras situaciones que la gente vive a diario y tener la posibilidad de trasmitirlo mediante una nota es algo muy positivo. La percepción es parte de lo periodístico.

¿Cuáles fueron los proyectos que más lo gratificaron?
En el último tiempo hubo dos. Uno es el proyecto ejecutivo de la nueva sede de la AMIA en la calle Pasteur, para el cual fuimos elegidos junto a un grupo de arquitectos mediante un concurso de antecedentes. Con mi hermano, que falleció hace siete años, hicimos una intervención muy importante. En nuestro estudio se dibujaron los planos de obra de ese edificio, lo que fue complicado por las cuestiones de seguridad porque después de la bomba que destruyó la sede anterior, este proyecto tenía que ser prácticamente indestructible, por lo cual nos asesoramos inclusive para diseñar las ventanas. Ver cómo funciona el edificio me gratifica mucho. El otro es que en septiembre del año pasado se inauguró el Centro Municipal del distrito centro de Rosario, una propuesta de diseño muy buena y en la que también se trabajó en grupo.

A pesar de demostrar un interés muy grande por los proyectos que llevó a cabo en la ciudad, Grossman siente como arquitecto que Buenos Aires necesita abundantes cambios para vivir sana y tranquilamente. Una de las modificaciones que propone es desalentar la llegada de automóviles a la zona céntrica por lo que se muestra a favor del ensanche de las veredas de la calle Corrientes. Grossman afirma:
Ahora, las veredas son mucho más amables y a pesar del escándalo que hubo, hoy la gente ni lo nota.
Además desea que las calles paralelas a Florida, como Maipú o Suipacha, se vuelvan peatonales ya que eran veredas para la época colonial:
Hoy, si una señora gorda se para a mirar una vidriera, termina en la calle.
Como diseñador, cree que esas vías se deben peatonalizar para servir como “by pass” de Florida, que hoy no es más que “una autopista para peatones”, porque la gente va a toda velocidad y no puede haber ni mesas en la calle.

¿Qué diferencia encuentra entre Florida y otras peatonales del país?
En Rosario o en Córdoba, hay bancos por todos lados en donde la gente se puede sentar a hablar con un amigo, saludar a alguien que pasa e invitarlo a tomar una cerveza. Eso en Florida no se puede hacer. En cambio, si llegan a hacer acá lo que hicieron en Córdoba, que en vez de una calle peatonal hicieron un área peatonal, las calles estarían mucho más liberadas.
La calle debe ser revalorizada para que la ciudad no muera. En la actualidad, en muchas ciudades del mundo se intenta exaltar a la calle como elemento básico del urbanismo, porque si se acepta la solución encapsulada del shopping center, que es un ente cerrado que tiene un clima artificial, la ciudad se convertirá en un lugar desierto en donde las calles serán demasiado inseguras. Un ejemplo de esto es Los Angeles, en donde caminar por las veredas despobladas te convierte en un personaje sospechoso; el área peatonal debería considerarse más. En Alemania hay 1100 áreas peatonales mientras que en Argentina no creo que haya cien, mi ambición es que Buenos Aires recupere el placer de la calle.


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“LAS VECES QUE TUVE PROYECTOS ME SALIERON MAL”

Juan Antonio Tula es agente de seguridad, todos los días va a al trabajo en bicicleta. Se aburre mucho. Duerme solo cuatro horas por día y su labor lo aburre. No le gusta la “chapa” y al momento de custodiar, asegura: “Siempre quedo en segundo plano”.


- ¿Cuantas horas trabajas por día?
- 8 horas.
- ¿Siempre se trabaja de a dos?
- No, son tres turnos de ocho horas.
- ¿Tenés algún franco?
- Si, el viernes o el sábado pero yo no elijo elige la empresa. En realidad, un fin de semana me toca viernes y otro sábado.
- ¿Y qué hacés en tu día de descanso?
- Nada, me quedo en casa con mis chicos, tengo dos. Carolina de cinco y Marcelo de once.
- ¿Trabajas para una empresa?
- Sí, “Seguridad profesional” se llama. Pasa que en la empresa tenés seguridad. Todos los meses te van a dar un sueldo y si lo haces pro tu cuenta, a veces tenés trabajo y a veces no.
- ¿Estuviste en garitas que no sean de empresas?
- Sí, y también es como acá. Se van rotando, turnos de ocho oras. Un franco por semana. Es todo igual.
- ¿Cuál es tu reacción si ves algún movimiento raro?
- Yo tengo el Nextel para llamar a la oficina y a la policía. Nosotros no estamos armados. Hay garitas que sí. Pero la mayoría tienen armas y no están autorizados a usarla. Los únicos que están autorizados a usar armas son los custodios, que van patrullando y siguen a algún auto o algún camión.
- Y bueno, vos tenés acá la bici…
- (risas) NO, con está me vengo de casa…esta es mi patrullero.
- ¿Vivís muy lejos de acá?
- Sí, San Fernando. Pero voy en el tren con la bici.
- ¿Te da miedo tu trabajo?
- No, porque vos sabés que si venís acá es porque tenés que estar para ellos. Osea tenés que cuidar tu puesto y tu trabajo nada más. Yo quedo en segundo plano.
- ¿Sentís responsabilidad?
- Y si…pero bueno, es un trabajo, que se yo. Yo lo elegí, sabía lo que me iba a pasar acá si me llegaba a pasar algo, pero bueno. No hay otra cosa.
- ¿Y Vos lo elegiste porque “no hay otra cosa” o porque te gustaba?
- No, lo elegí porque a mi me gusta trabajar de noche y busque trabajos en fabricas y no había nada y justo tire un montón de curriculums y me salio esto y me dieron la oportunidad de trabajar de noche y bueno… Aparte acá estoy tranquilo.
- ¿Porque te gusta trabajar de noche?
- Porque sí, Me queda el día libre. Mal que mal puedo trabajar porque estoy edificando mi casa y a la noche no podés hacer nada de eso.
- ¿Tuviste trabajos similares?
- Y sí… trabajé en porterias, yo era el encargado de un edificio. Cuidaba, hacia limpieza. Osea el que mantenía el edificio. La diferencia con esto es que allá tenés mas responsabilidad porque yo en el edificio en el que yo estaba eran diez departamentos y son diez familias que vos enes que cuidar que no les pase nada, que no entre nadie raro, así como acá. Pero allá se quema alguna lámpara y tenés que estar ahí, limpieza del edificio, la seguridad más que nada a la tarde, a la noche. Ser garita es mas tranquilo. Además el turno que me toca a mi es más calmado porque ya a la noche están todos adentro. Tranquilo, tranquilo.
- ¿Te aburrís?
- Si, si, mucho. Pero nada, escucho la radio, nada raro. Pero el tiempo pasa además yo me mensajeo con compañeros o con gente conocida a la noche que también trabaja de noche y para no quedarnos dormidos a veces nos mensajeamos con el celular.
- ¿Lees o ves la tele que tenés ahí?
- No, no. La tele no me gusta y radio, bueno escucho acá. Y en mi casa a veces escucho porque la vecina pone la música a todo volumen ósea que no me queda otra que escucharla.
- ¿Cómo te acercaste a este tipo de trabajo?
- No, osea, me anoté porque era lo único que había, me llamaron y bueno, acá estoy.
- ¿Tenés algún conocido?
- No, pero tengo parientes policías. Bueno vendría a ser casi lo mismo, porque ellos también están en la calle.
- ¿Vos pensaste en ser policía?
- No, no…nada que ver, no. No me gusta la chapa.
- ¿Vos registras todo? Quién entra, quien sale…
- (risas) Todo, no se salva nadie acá. Yo conozco la vida de todas las personas. Osea, vos ves el auto que dobla allá en la esquina y ya sabés quien es viste. Los ruidos de los coches y las puertas ya las conocemos. También es como que la gente ya te conoce. Mal que mal, estoy de noche, pero a veces estoy de día y es como que ya me fueron conociendo. Está todo bien. Igual estoy más cerca de lo que la gente piensa.
- ¿Tenés vacaciones?
- Sí. Tuve vacaciones. 15 días.
- ¿Y cómo es ese quiebre de la rutina?
- Uy…me descanse todo. Igualmente estuve casi cinco meses sin trabajar haciendo changas, decí que no las pude trabajar las vacaciones si no las trabajaba. Tuve mucho tiempo de descanso. Me quede en casa.
- ¿Pasás tiempo con tu familia?
- Si, si. Yo hace siete mes que estoy en esta garita y la verdad que me vino al pelo porque mi señora también consiguió trabajo y bueno , que es como que compartimos los horarios porque yo estoy de noche acá y ella a la noche está con los chicos y yo llego a las siete y a la ocho de la mañana ella se va a trabajar y viene a las seis de la tarde y yo a la ocho de la noche ya salgo. Osea casi tres horas del día con ella pero compartimos momentos y lo disfrutamos.
- ¿Cuándo dormís?
- En realidad, yo salgo de acá y me acuesto recién a la una y media dos de la tarde. Estoy acostumbrado a dormir cuatro horas nomás. Si duermo más me agarra dolor de cabeza…Soy como Neustadt (risas).
- ¿Vos estás fijo en esta empresa?
- Si, si. Nadie me cambia. No, acá los tres que estamos acá, estamos fijo. Mi compañero que está acá hoy viene viernes, sábado o domingo para cubrirnos el franco a nosotros. Igual, nos llevamos re bien aunque nos veamos un ratito.
- Si te dan la posibilidad de cambiarlo por otro trabajo, ¿por cual lo cambiarías?
- Cambiar de trabajo, no sé. Tiene que ser un trabajo que esté en lo que yo hago. En un edificio, como portero. Pero lo pensaría porque para trabajar en un edifico tengo que estar todo el día y acá yo estoy bien. Por lo menos me queda todo el día libre. Tengo un franco que mas o menos encaja en los días que uno siempre pretende, viernes o sábado. Y bueno, por eso…
- ¿Y qué proyectos a futuro tenés con este trabajo?
- No, ninguno. Las veces que hice proyectos siempre me salieron mal así que…prefiero seguir así.

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El MALEVO QUE LE CARGABA EL BANDONEON A TROILO

ALEJANDOR MUÑOZ, ENTRERIANO, RADICADO EN BSAS., EN LA REPUBLICA DE SAN TELMO.
TANGUERO, AMIGO DE TROILO, PORTERO DE TACONEANDO.
INTRAVISTADO EN 2007

Tiene casi 80 años, lo llaman el Malevo Muñoz, en homenaje a Carlos de la Pua, aquel poeta del tango y del lunfardo. Pero este Malevo, de perfil bajo y humilde, tiene muchas historias para contar. Reacio a dar notas a los grandes medios, aceptó charlar con Intravistas y compartir una pizza en lo del Tío Felipe, en San Telmo, su barrio, el barrio del tango.
El apodo se lo puso un grande del tango, Anibal Torilo, a quien el Malevo le cargaba el bandoneon en cada presentación. Además, trabajó como portero en Taconeando y se dio el gusto de escribir su propio tango.
En este caso, es mejor escuchar que leer. Su voz tan particular nos acerca a ese universo tanguero que resulta lejano a muchos y cercano a tantos otros. Por eso, escuchar para ver de cerca...



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domingo, 25 de noviembre de 2007

RITMO 2x4

Intravistado en agosto 2007

Formada a mediados de 1999, Vale Tango fue la representante local en todas las últimas ediciones del Festival Internacional de Tango. Su repertorio abarca distintos momentos del tango, desde Andrés Villoldo hasta Astor Piazolla. Con cuatro discos en su haber, la orquesta llevó el tango a cada extremo del planeta. Su pianista y director, Andrés Linetzky es oriundo de Avellaneda y proviene de una familia de músicos. Se formó en el conservatorio de su localidad natal y tuvo como maestros a dos grandes: Horacio Salgán y Rubén Medeiros.

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- ¿Cómo fueron tus primeras aproximaciones al tango?
- Una de las primeras aproximaciones que recuerdo es de cuando yo tenía 8 años donde yo tocaba el piano y mi abuelo el violín. Él me enseño a tocar un montón de cosas pero entre ese repertorio estaba La Cumparsita. No es que nosotros tocáramos tango especialmente pero eso fue lo primero que escuché del género. Mucho tiempo después entré a la Escuela de Música Popular de Avellaneda, inicialmente para estudiar Jazz y folclore. Pero en esa escuela dan tres carreras, en común: tango, folclore y jazz. Cuando me toco la materia tango piano, me senté a tocar y me salió naturalmente; fue ahí cuando me di cuenta de que esa era mí música.
- ¿Quiénes son tus referentes?
- El tango es tan amplio que no puedo decir un referente. Eso es casi inabarcable porque hace casi más de un siglo que existe el tango y no te podría nombrar a uno. Sí puedo decir que a mí me marcó mucho haber estudiado con Salgán, haber tocado en la orquesta de tango de Buenos Aires, haber conocido a Julián Plaza o a Leopoldo Federico.
- ¿Qué fue lo más importante que te enseñó Salgán?
- Si lo tuviera que resumir diría que fue el respeto por el género; que trate de no hacer fusiones. Él siempre insistía con que el tango es una música muy pura.
- ¿Cómo haces para, desde el piano, darle un nuevo toque a los temas conservándoles la esencia?
- Eso es propio de todos los artistas. Uno tiene que buscar qué te despierta ese tema y cómo te gustaría a vos escucharlo. Eso después se transmite al papel. Es una búsqueda.
- Vos viajaste un montón, ¿a qué lugares llegaste con la música que pensaste que nunca ibas a poder alcanzar con una música tan regional como es el tango?
- Yo hace más de diez años que viajo por todo el mundo y tuve la suerte de poder conocerlo casi entero. De repente me encontré en pueblos o ciudades en los que dije ‘¿cómo llegué hasta acá?’. Lugares en el norte de Noruega, pueblitos en Japón, ciudades de Europa del este. Lugares realmente increíbles en los que, sin embargo, hay una milonga.
- ¿Qué población te pareció se asimilaba a la pasión de los Argentinos por el tango?
- El tango despierta un sentimiento muy fuerte en todo el mundo. Yo además de mi gusto por el género soy muy fanático de los musicales y voy mucho a Londres y a Broadway. Tuve la suerte de tocar en Broadway en “Tango x 2”, el musical de Miguel Ángel Soto, y nunca vi una respuesta de la gente tan fuerte como la que tuvimos con ese show. Creo que el tango despierta algo muy fuerte en todo el mundo. Estuvimos en Hong Kong y la gente ovacionaba de pie y no nos dejaba bajar del escenario durante largos minutos.
- Hablando de musicales, vos estás preparando tu nuevo musical, ¿de qué se trata?
- Después de tantos años tomé todo lo que había aprehendido de ver y haber participado en muchos recitales y tomé lo mejor de lo que más le gusta a la gente y a mí. Así armé este musical que se llama “Tango Baile”.

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viernes, 23 de noviembre de 2007

CON LA MOCHILA A CUESTAS



Comisión de familiares de caídos en Malvinas

INTRAVISTADOS EN 2006

Son los familiares de caídos durante la guerra de Malvinas. Hace un poco de más de 24 años que se unieron para honrar a sus seres queridos y asegurar que se los recuerden como verdaderos héroes. La dedicación y el tiempo que le brindan, hace que muchos hablen de la comisión como si fuese su “otra familia”.

En un viejo y prestado edificio de la calle Montevideo un grupo de padres, hermanos, hijos, esposas, tíos y abuelos, se encuentran semanalmente para continuar una lucha que comenzó 24 años atrás, cuando obligados por el dolor de la perdida que les había dejado la guerra de Malvinas, buscaron la manera de honrar a todos sus familiares que murieron luchando por la Patria.
Así nacía entonces La Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur, que actualmente tiene alrededor de 614 miembros adheridos- todos familiares directos según el estatuto- pero que planea ampliar sus integrantes permitiendo la incorporación de amigos de caídos o gente externa que quiera simplemente participar.
La Comisión se fundó en 1982, pocos meses después de finalizada la guerra a partir de la falta de información que tenían sobre sus familiares caídos y sobre lo sucedido allí en Malvinas. De a poco comenzaron a contactarse y juntarse unos con otros, hasta llegar a lo que es hoy: “La única organización con reconocimiento jurídico a nivel nacional y con reconocimiento institucional a nivel internacional”, subrayó su presidente, Héctor Cisneros, hermano de Mario Cisneros, uno de los soldados muerto en combate.
En la sala del primer piso Cisneros habla pausado pero seguro, entusiasmado por contar sus logros y el cumplimiento de sus objetivos: “La idea de crear una comisión surgió porque había una gran falta de información sobre las muertes de nuestros seres queridos. En ese momento me di cuenta de que tenía dos opciones: O me iba a llorar a mi casa o agarraba la mochila y comenzaba a caminar”. El camino a recorrer era largo, él lo sabía, pero finalmente tomó una decisión: “En septiembre, un mes después de la guerra, ya tenía elegido el nombre para la comisión que iba a formar”, relata este hombre que desde hace 24 años dedica la mayor parte de su tiempo a la entidad.
Los integrantes de la Comisión tienen bien claros los objetivos que plantea la Entidad y los recitan casi de memoria cuando se les pregunta por ellos: “Nuestra misión es honrar la memoria de los que murieron; colaborar para que los caídos y ex combatientes sean reconocidos por la sociedad argentina como héroes, y velar por la recuperación de Malvinas como una causa justa”, remarca César González Trejo, un ex combatiente que está permanente en contacto con la institución y es uno de sus principales colaboradores.
Para Cisneros los objetivos toman más vuelo y se enuncian como una propuesta que involucra a todos los argentinos: “Queremos recuperar la idea del bien, del honor, del patriotismo, de la dignidad, y la mesura que tuvieron esos jóvenes que con solo 19 años, fueron a pelear y se quedaron allí para siempre. Hay que valorar que nos dieron lo más preciado que tiene una persona, que es la vida”.
Entre pitada y pitada que Cisneros daba ansiosamente a su tercer cigarrillo, agregaba: “Todos hablan de la historia argentina y nombran a San Martín o a Güemes, pero nadie habla de un Mario Cisneros, de un Agustín Araujo o un Marcelo Daniel Massad, que fueron soldados que también dieron la vida por nosotros”.
Por diferentes motivos, todos coinciden que La Comisión se convirtió en un segundo hogar para aquellos que no tenían con quién compartir tanto dolor. Allí encontraron gente que comprendía lo que sentían. Este es el caso de María Fernanda Araujo, hermana de Agustín, un joven de 19 años que cayó en Monte Longdon cuando ella tenía sólo 10 años. Desde hace un tiempo sus padres viven en Entre Ríos, y fue por eso que La Comisión de a poco se fue convirtiendo en su “otra familia”, el lugar donde comparte su angustia y se siente contenida. “Yo heredé esto de ser parte de La Comisión de mis padres, en mi casa, y hoy trato de transmitirles a mis hijos todo lo que me enseño su único tío, que los esta cuidando desde el cielo: ser una buena persona y llevar con orgullo el ser argentino”, relata María Fernanda, que hundida en el orgullo y la nostalgia, cuenta que a su hijo le puso el nombre de su hermano para honrarlo.
Delmira Cao, además de ser la secretaria de la comisión, es la mamá de Julio Cao, un maestro, soldado de La Matanza caído en Malvinas. Delmira confiesa que la posguerra fue dura. “Mi marido falleció al poco tiempo, y mi otro hijo, Roberto, murió seis años después porque contrajo SIDA. No fue fácil seguir”, explica con tono maternal, casi como si estuviera contando un cuento de ficción que nada tiene que ver con su pasado. “Yo me hice miembro de la comisión en el año ´90, después de la muerte de mi segundo hijo, quien me había insistido para que me uniera a la comisión. De la familia enorme que éramos, habíamos quedado sólo mujeres, y él se daba cuenta de que si le pasaba algo la comisión me iba a ayudar, me iba a dar la contención que yo necesitara. Y así fue”, continua el relato mostrándose agradecida. “Al principio mi hija y mi nieta no estaban de acuerdo con que yo forme parte porque les parecía era remover demasiado dolor. Pero con el tiempo comprendieron que me hacía bien, que me daba mucha fortaleza”, dice orgullosa de la decisión que tomó en ese momento.
Tanto Cisneros como Fernanda coinciden en que la ausencia de sus seres queridos les produce mucho dolor, pero fue ese dolor el que los unió y poco a poco lo convirtieron en amor. “Aunque uno no quiera después de pasar por lo que vivimos, se tiene bronca y rencor, uno recurre a la eterna pregunta de ¿porqué mi hermano?, ¿porqué mi hijo?, ¿porqué mi papá? Pero ese sentimiento el que nos reunió y nos llevó a convertirlo en obra”, confesó Maria Fernanda, mientras buscaba el apoyo de su compañero Cisneros. Sobre este tema César Trejo completó muy seguro: “Es un duelo personal, pero que termina en una reflexión colectiva. Ellos saben que son sus hijos, pero ya no les pertenecen, porque sirvieron al país, y pasaron a ser una cuestión de todos los argentinos”.
La comisión ha logrado con los años realizar distintas actividades y proyectos para cumplir con sus objetivos. Sin duda para ellos su logro más importante, hasta la fecha, fue la construcción del Monumento a los Caídos en el Cementerio Argentino de Darwin, en la Isla Soledad, y la producción, junto al INCAA, del documental “Locos de la Bandera”. Para esto debieron sortear muchos obstáculos y trabas, desde lo burocrático y económico, hasta el prejuicio de la gente. Así lo cuenta María Fernanda: “Para la gente, todo lo que proponíamos desde la comisión era una locura. Cuando íbamos a las canchas con la bandera argentina para juntar plata para los viajes y para el monumento, la gente nos llamaba “Los locos de la bandera”, frase que después se transformó en el título del documental”.
Ya han realizado 22 viajes en homenaje a los Caídos en las Islas Malvinas, y dos a la zona donde fue hundido el Crucero “General Belgrano”. “Hicimos viajes a colegios, recorrimos el país con la Virgen de Luján, la madre espiritual de nuestros hijos, e intentamos juntar gente para darles charlas. Actualmente organizamos una exposición en San Telmo con objetos, que cada familia tiene de los caídos en la guerra”, enumera orgulloso Osvaldo Massad, padre de Marcelo, joven que murió cuando iba camino a avisarle a su compañía que debían replegarse.
A pesar de estar formada por más de 500 miembros, Massad afirma que en la comisión “todos son uno”, pero para tener una estructura prolija, debieron crear un reglamento, por eso César González Trejo asevera que “la comisión tiene un estatuto fijo, como toda personaría jurídica, donde hay un presidente, un vicepresidente, etc.” Aunque el paso del tiempo les demuestra que esa unión para la lucha sigue y se afianza año tras año, también es ese mismo tiempo el que pide que el mandato se traslade a los hijos de los caídos, que no son muchos en proporción a la cantidad de padres, pero seguramente renovaran las energías. “Yo ya estoy de vuelta en todo esto, son muchos años de lucha y el invertir tanto tiempo supone dejar de lado muchas cosas” expresó fatigoso Héctor Cisneros. Tras años de existencia y con las espaldas cansadas de cargar con la simbólica mochilla de la lucha, la comisión asegura continuar trabajando para combatir el olvido e inmortalizar los nombres de sus seres queridos.

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sábado, 10 de noviembre de 2007

“LA POLÍTICA ES UNA OPCIÓN DE VIDA, MÁS ALLÁ DE LOS COSTOS Y LOS BENEFICIOS”



Pedro Guastavino estuvo detenido durante toda la última dictadura militar, hoy, a 30 años continúa pensando en la forma en la que lo hacía en esa época.


INTRAVISTADO EN 2006

Pedro Guillermo Guastavino es el vicegobernador de la provincia de Entre Ríos desde 2003, año en que acompañó a Jorge Busti en su candidatura como gobernador. Durante la última dictadura militar, Guastavino estuvo detenido durante seis años, prácticamente todo el transcurso del gobierno de facto.


En su casa de la ciudad entrerriana de Gualeguaychú, donde sólo vive los fines de semana cuando su trabajo en la gobernación se lo permite, es dos hombres a la vez. Por un lado, el jefe de familia que juega con sus perros, que son más de cuatro, y por el otro, el político, que no puede dejar un minuto el teléfono celular lejos, ya que suena todo el tiempo. Dicen los que lo conocen que jamás dejaría a una persona sin atender, siempre escucha lo que todos tienen para decirle.

Tomando mate y fumando, en pijama, comienza a relatar tranquilamente lo que fue su experiencia en la militancia política en la década del ’70, “Milité en la Juventud Peronista durante todo el ’73, el ’74 y en el ’75 se puso todo muy pesado y me tuve que ir de La Plata, y antes del golpe ya estaba en Santa Fe, obviamente con problemas de seguridad porque había persecuciones y debíamos cuidarnos muchísimo”.

Entre mates y llamados al celular sigue relatando sus vivencias “Yo trabajaba en un comedor y volvía tarde a la pensión donde vivía, una noche apareció de imprevisto un grupo de tareas, todos de civil, y nos llevaron detenidos, a mí, a mujer de ese momento y a otra pareja que vivía allí, nos trasladaron al centro clandestino de detención La Casita, naturalmente encapuchados y esposados. En La Casita estuve veinte días desaparecido, donde fui interrogado y torturado, luego me legalizaron y estuve en Coronda, Caseros, La Plata y Rawson, en agosto del ’82 me liberaron, después de la guerra de Malvinas”.

Cuando hace un silencio y fija la vista, da la sensación de que todo lo que ha vivido le vuelve a la mente de pronto, y empieza a contar lo que pasó con sus hermanos, “Mi hermano mayor estuvo detenido durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón, luego lo liberaron y un mes antes del golpe lo volvieron a detener, hoy continúa desaparecido. Mi hermana menor vivía en La Plata y militaba en la Juventud Peronista, el 22 de diciembre de 1976 la mataron en la calle. Yo me enteré de esto recién en febrero del año siguiente, cuando mis padres pudieron comunicármelo por medio de un familiar de mi madre que era coronel del ejército en ese período”.

Llegado el momento de la entrevista en que se le pregunta por las causas que llevaron al golpe, se acomoda en la silla y cambia su actitud, “Todos sabíamos lo que iba a venir, había conciencia de que iba a haber un golpe militar y que iba a ser muy duro, muy cruel, pero creo que nunca nos hubiéramos podido imaginar semejante capacidad de daño, pienso que ha superado claramente cualquier tipo de imaginación”, y luego, afirma convencido “Yo no creo que la gente haya apoyado el golpe, me parece que creían que no tenían nada para defender, que no había razones para salvaguardar el gobierno de Isabel, no me parece que haya sido un apoyo y que por eso deba considerárselo un golpe cívico-militar, más allá de que haya habido fracciones que si lo sostuvieron, como empresarios, algunos sectores de la iglesia y hasta del periodismo mismo, que todavía hoy, a 30 años no lo reconocen, no han realizado la suficiente autocrítica, pero más allá de eso rescato la sociedad argentina que creo que hoy tiene bien en claro el Nunca Más”.

Cuando ya casi está terminando la nota y se le pregunta porque eligió continuar en la actividad política, da la impresión de que podría hablar durante horas sobre esta decisión “Es una opción de vida que uno tomó hace mucho tiempo, para uno la política siempre fue y es una de las actividades más nobles del ser humano, porque significa que hay que trabajar por el bien común, la política es servicio y es la única herramienta que tienen los pueblos para luchar contra situaciones de injusticia, no existe otra. Ya desde muy chico asumí esta cuestión así que lo voy a seguir haciendo, es el compromiso que tomé con el país, inclusive sin medir los costos ni los beneficios, ya que los costos que he pagado son mayúsculos en cuanto a los beneficios, lo que no me hace cambiar de opinión, es una opción de vida".

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domingo, 4 de noviembre de 2007

“EL RECONOCIMIENTO PASA PORQUE LOS DEMÁS SIENTAN QUE ESTUVISTE A LA ALTURA DE LA PELÍCULA, DEL PROYECTO Y DEL DIRECTOR”

CRISTINA NIGRO, Directora de Arte

Intravistada en noviembre de 2006

Es una de las caras escondidas detrás de cámaras que logra recrear nuevas realidades a través del cine. Con más de quince años de carrera logró el reconocimiento en el ambiente de la cinematografía argentina. Desde asistente de escenografía hasta directora de arte, trabajó junto a realizadores y actores de renombre.


Algunos trabajos de Cristina Nigro - Fuente: You tube

Para conocer más del trabajo de Cristina Nigro hacé click

“Luz, cámara, acción”, e inmediatamente se hace referencia a aquel mundillo del cine tantas veces identificado con el glamour, la vida medida a través de las marquesinas, los romances idealizados y los cheque millonarios. Sin embargo, los largometrajes involucran más que a afamados directores y a este o aquel actor de renombre. Detrás de la magia de cada una de esas películas que invitan a vivir, momentáneamente, una realidad ajena a la propia hay una serie de personajes, muchas veces anónimos para el consumidor medio de cine, sin los cuales esos mundos serían imposibles de proyectar. Entre esas personas imprescindibles para la producción cinematográfica está Cristina Nigro, directora de arte de quien dependieron para su puesta en escena las películas “Despabílate amor”, “Asesinato a distancia”, “Todas las azafatas van al cielo”, “Whisky, Romeo, Zulú”, “Un buda” y la aún no estrenada “No mires para abajo”. Para ella, como para tantos otros, llegan esos períodos de premiaciones que hacen que sus nombres empiecen a resonar en el medio en el que se mueven y que les abren caminos para futuros trabajos.

- Fuiste nombrada dos veces para los Premios Cóndor de Plata, ¿cómo te sentís respecto de que tu trabajo sea reconocido?
- El reconocimiento es siempre importante porque el otro se dio cuenta del trabajo que uno hizo y eso se ve visualmente en la pantalla. Significa que fue un trabajo interesante para el otro o, por lo menos, entretenido. El reconocimiento pasa más porque los pares sientan que uno estuvo a la altura de la película, del proyecto, del director.
- En repetidas oportunidades vos no fuiste nominada pero sí las películas para las que trabajaste, ¿Crees que eso influye en cómo encarás tu trabajo o tus siguientes proyectos? - Para esos proyectos particulares que fueron nominados, no creo que si yo no fui galardonada no es necesariamente porque mi trabajo estuviera mal; o a lo mejor sí, pero me parece que lo que le sucede a la Asociación de Cronistas Cinematográficos, que son quienes entregan los premios Cóndor, es que son muchas las películas que están en la mira del jurado y, a lo mejor se identifican más con unas que con otras. Las películas de época son mejores vistas que las películas contemporáneas por el trabajo de elaboración que implican o porque tienen una labor de arte más exhaustiva. Pero me parece que eso no influye demasiado en la relación que uno en particular tiene con las películas, sino en el trabajo del cronista que es más amplio: ve todo el abanico de películas y tiene que elegir sólo tres o cuatro.
Desde sus comienzos como asistente de escenografía a principios de años ’90, hasta llegar, hoy, a ocupar el cargo de directora de arte en recientes producciones nacionales que dieron que hablar no sólo en Argentina sino también en los festivales de cine extranjeros, Crisitna trabajó junto al director Eliseo Subiela en cuatro de sus películas: “El lado oscuro del corazón”, “No te mueras sin decirme a dónde vas”, “Despabílate amor”, y en su más reciente producción, “No mires para abajo, que se estrena el próximo año.
- ¿Cómo fue tu trabajo con Eliseo Subiela en “No mires para abajo”?
- Como esta es la cuarta película que hago con él, ya sé cuál es su poética, su mundo, y entonces la enfrenté con todo ese conocimiento. Encaré el criterio de la luz, trabajé mucho con la directora de fotografía, el color, del vestuario. A él le gusta un criterio de que la cosa no es nueva, ese mundo vivido, de barrio, de la melancolía y un poco retro en cuanto a algunos de sus personajes. En esta película en particular se trató de dos personajes totalmente atípicos. Uno más barrial y el otro, ella, un poco más volado; es alguien que vive en Europa y le vuela la cabeza a un chico de barrio.
El trabajo de Cristina comienza con la lectura del guión de la película a partir del cual debe hacer una primera devolución al director. Allí plantea lo que la película le genera, las sensaciones que le despierta, “que es lo primero a lo que hay que prestarle atención”, afirma. Son esos sentimientos aflorados los que determinarán qué presentará al director en cuanto a referencias, otras películas, pinturas, climas, cosas que puedan dar las sensaciones de cada personaje, cada lugar de la película. Cristina trabaja todo un primer criterio estético global que después se adapta a cada personaje en particular.
- Trabajaste con directores reconocidos como Adolfo Aristarain, Enrique Piñeyro y Lucrecia Martel, ¿cómo te adaptás a sus distintos estilos de trabajo?
- Cada uno tiene su personalidad, su mundo, su manera de ver el cine, de hablar, de hacer cámara, y uno se adapta a ellos como cuando lee un libro: hay que adentrarse en la historia y dejarse llevar. A partir de ahí se empiezan a soltar las ideas. Con la experiencia que uno tiene se trata de acomodar; que el director te cuente qué es lo que quiere y te amoldás a ello. En sus más de quince años de carrera, Crisitina fue testigo del viraje que el cine argentino tuvo en su modo de producción y, a su vez, su cambio de posición frente a la escena internacional en la década de los ’90. Las producciones locales cobraron especial fuerza ante los largometrajes del resto del mundo y lograron alcanzar un amplio reconocimiento en los festivales de cine del extranjero en los que fueron premiadas.
- ¿A qué crees que se debe el cambio en la forma de hacer cine en Argentina y su crecimiento a escala internacional?
- Esto es posible gracias a la aparición de nuevos directores que quebraron el hielo con una propuesta diferente: Adrián Caetano y Lucrecia Martel, entre otros, pasaron de un cine más comercial a uno de autor/director, con un concepto de cámara nuevo. Me parece que ahí hay un quiebre de concepto importante, especialmente desde hace ocho años para acá. Creo que hay propuestas nuevas por parte de estos directores, que se acercan más al estilo europeo. Hay una aproximación a un cine más conceptual, menos comercial y más intelectual. Cristina ya tiene programada su agenda laboral para el año próximo: nuevamente formará parte del equipo dirigido por Diego Rafecas con quien ya había trabajado en la opera prima del director, “Un buda”. En este segundo proyecto, el realizador cambiará el escenario porteño de la primera película por el Chaco y los Estados Unidos en un trabajo vinculado a los Tobas que implicará varias semanas de preproducción y grabación.

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