viernes, 23 de noviembre de 2007

CON LA MOCHILA A CUESTAS



Comisión de familiares de caídos en Malvinas

INTRAVISTADOS EN 2006

Son los familiares de caídos durante la guerra de Malvinas. Hace un poco de más de 24 años que se unieron para honrar a sus seres queridos y asegurar que se los recuerden como verdaderos héroes. La dedicación y el tiempo que le brindan, hace que muchos hablen de la comisión como si fuese su “otra familia”.

En un viejo y prestado edificio de la calle Montevideo un grupo de padres, hermanos, hijos, esposas, tíos y abuelos, se encuentran semanalmente para continuar una lucha que comenzó 24 años atrás, cuando obligados por el dolor de la perdida que les había dejado la guerra de Malvinas, buscaron la manera de honrar a todos sus familiares que murieron luchando por la Patria.
Así nacía entonces La Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur, que actualmente tiene alrededor de 614 miembros adheridos- todos familiares directos según el estatuto- pero que planea ampliar sus integrantes permitiendo la incorporación de amigos de caídos o gente externa que quiera simplemente participar.
La Comisión se fundó en 1982, pocos meses después de finalizada la guerra a partir de la falta de información que tenían sobre sus familiares caídos y sobre lo sucedido allí en Malvinas. De a poco comenzaron a contactarse y juntarse unos con otros, hasta llegar a lo que es hoy: “La única organización con reconocimiento jurídico a nivel nacional y con reconocimiento institucional a nivel internacional”, subrayó su presidente, Héctor Cisneros, hermano de Mario Cisneros, uno de los soldados muerto en combate.
En la sala del primer piso Cisneros habla pausado pero seguro, entusiasmado por contar sus logros y el cumplimiento de sus objetivos: “La idea de crear una comisión surgió porque había una gran falta de información sobre las muertes de nuestros seres queridos. En ese momento me di cuenta de que tenía dos opciones: O me iba a llorar a mi casa o agarraba la mochila y comenzaba a caminar”. El camino a recorrer era largo, él lo sabía, pero finalmente tomó una decisión: “En septiembre, un mes después de la guerra, ya tenía elegido el nombre para la comisión que iba a formar”, relata este hombre que desde hace 24 años dedica la mayor parte de su tiempo a la entidad.
Los integrantes de la Comisión tienen bien claros los objetivos que plantea la Entidad y los recitan casi de memoria cuando se les pregunta por ellos: “Nuestra misión es honrar la memoria de los que murieron; colaborar para que los caídos y ex combatientes sean reconocidos por la sociedad argentina como héroes, y velar por la recuperación de Malvinas como una causa justa”, remarca César González Trejo, un ex combatiente que está permanente en contacto con la institución y es uno de sus principales colaboradores.
Para Cisneros los objetivos toman más vuelo y se enuncian como una propuesta que involucra a todos los argentinos: “Queremos recuperar la idea del bien, del honor, del patriotismo, de la dignidad, y la mesura que tuvieron esos jóvenes que con solo 19 años, fueron a pelear y se quedaron allí para siempre. Hay que valorar que nos dieron lo más preciado que tiene una persona, que es la vida”.
Entre pitada y pitada que Cisneros daba ansiosamente a su tercer cigarrillo, agregaba: “Todos hablan de la historia argentina y nombran a San Martín o a Güemes, pero nadie habla de un Mario Cisneros, de un Agustín Araujo o un Marcelo Daniel Massad, que fueron soldados que también dieron la vida por nosotros”.
Por diferentes motivos, todos coinciden que La Comisión se convirtió en un segundo hogar para aquellos que no tenían con quién compartir tanto dolor. Allí encontraron gente que comprendía lo que sentían. Este es el caso de María Fernanda Araujo, hermana de Agustín, un joven de 19 años que cayó en Monte Longdon cuando ella tenía sólo 10 años. Desde hace un tiempo sus padres viven en Entre Ríos, y fue por eso que La Comisión de a poco se fue convirtiendo en su “otra familia”, el lugar donde comparte su angustia y se siente contenida. “Yo heredé esto de ser parte de La Comisión de mis padres, en mi casa, y hoy trato de transmitirles a mis hijos todo lo que me enseño su único tío, que los esta cuidando desde el cielo: ser una buena persona y llevar con orgullo el ser argentino”, relata María Fernanda, que hundida en el orgullo y la nostalgia, cuenta que a su hijo le puso el nombre de su hermano para honrarlo.
Delmira Cao, además de ser la secretaria de la comisión, es la mamá de Julio Cao, un maestro, soldado de La Matanza caído en Malvinas. Delmira confiesa que la posguerra fue dura. “Mi marido falleció al poco tiempo, y mi otro hijo, Roberto, murió seis años después porque contrajo SIDA. No fue fácil seguir”, explica con tono maternal, casi como si estuviera contando un cuento de ficción que nada tiene que ver con su pasado. “Yo me hice miembro de la comisión en el año ´90, después de la muerte de mi segundo hijo, quien me había insistido para que me uniera a la comisión. De la familia enorme que éramos, habíamos quedado sólo mujeres, y él se daba cuenta de que si le pasaba algo la comisión me iba a ayudar, me iba a dar la contención que yo necesitara. Y así fue”, continua el relato mostrándose agradecida. “Al principio mi hija y mi nieta no estaban de acuerdo con que yo forme parte porque les parecía era remover demasiado dolor. Pero con el tiempo comprendieron que me hacía bien, que me daba mucha fortaleza”, dice orgullosa de la decisión que tomó en ese momento.
Tanto Cisneros como Fernanda coinciden en que la ausencia de sus seres queridos les produce mucho dolor, pero fue ese dolor el que los unió y poco a poco lo convirtieron en amor. “Aunque uno no quiera después de pasar por lo que vivimos, se tiene bronca y rencor, uno recurre a la eterna pregunta de ¿porqué mi hermano?, ¿porqué mi hijo?, ¿porqué mi papá? Pero ese sentimiento el que nos reunió y nos llevó a convertirlo en obra”, confesó Maria Fernanda, mientras buscaba el apoyo de su compañero Cisneros. Sobre este tema César Trejo completó muy seguro: “Es un duelo personal, pero que termina en una reflexión colectiva. Ellos saben que son sus hijos, pero ya no les pertenecen, porque sirvieron al país, y pasaron a ser una cuestión de todos los argentinos”.
La comisión ha logrado con los años realizar distintas actividades y proyectos para cumplir con sus objetivos. Sin duda para ellos su logro más importante, hasta la fecha, fue la construcción del Monumento a los Caídos en el Cementerio Argentino de Darwin, en la Isla Soledad, y la producción, junto al INCAA, del documental “Locos de la Bandera”. Para esto debieron sortear muchos obstáculos y trabas, desde lo burocrático y económico, hasta el prejuicio de la gente. Así lo cuenta María Fernanda: “Para la gente, todo lo que proponíamos desde la comisión era una locura. Cuando íbamos a las canchas con la bandera argentina para juntar plata para los viajes y para el monumento, la gente nos llamaba “Los locos de la bandera”, frase que después se transformó en el título del documental”.
Ya han realizado 22 viajes en homenaje a los Caídos en las Islas Malvinas, y dos a la zona donde fue hundido el Crucero “General Belgrano”. “Hicimos viajes a colegios, recorrimos el país con la Virgen de Luján, la madre espiritual de nuestros hijos, e intentamos juntar gente para darles charlas. Actualmente organizamos una exposición en San Telmo con objetos, que cada familia tiene de los caídos en la guerra”, enumera orgulloso Osvaldo Massad, padre de Marcelo, joven que murió cuando iba camino a avisarle a su compañía que debían replegarse.
A pesar de estar formada por más de 500 miembros, Massad afirma que en la comisión “todos son uno”, pero para tener una estructura prolija, debieron crear un reglamento, por eso César González Trejo asevera que “la comisión tiene un estatuto fijo, como toda personaría jurídica, donde hay un presidente, un vicepresidente, etc.” Aunque el paso del tiempo les demuestra que esa unión para la lucha sigue y se afianza año tras año, también es ese mismo tiempo el que pide que el mandato se traslade a los hijos de los caídos, que no son muchos en proporción a la cantidad de padres, pero seguramente renovaran las energías. “Yo ya estoy de vuelta en todo esto, son muchos años de lucha y el invertir tanto tiempo supone dejar de lado muchas cosas” expresó fatigoso Héctor Cisneros. Tras años de existencia y con las espaldas cansadas de cargar con la simbólica mochilla de la lucha, la comisión asegura continuar trabajando para combatir el olvido e inmortalizar los nombres de sus seres queridos.

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